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– Los niños y los borrachos nunca mienten.

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Continuación 1: Dialéctica

– Mienten tanto como hablan. ¿O acaso no has estado nunca con un niño o un borracho?

– El refrán no es engañoso, no obstante. En las mentiras de niños y borrachos existe un anhelo, un deseo. Cuando el niño trata de que le creamos al decir que tal cosa le pertenece, por ejemplo, lo que nos está hablando es el Deseo. Y es ese Deseo el que también comparte el borracho, el que le lleva a afirmar que ex-Fulanita volverá con él si la llama a las tres de la mañana ¿O no lo crees así?

– He de darlo por cierto, sin duda.

– Y no sería, por lo tanto, excesivo afirmar que, si retomamos el refrán dándole una vuelta más a la tuerca sobre cuyo eje gira, es el Deseo la Realidad, por ser el Deseo la única sinceridad que se puede llegar a encontrar. Todo lo demás, es opinión.

 

Continuación 2: Pedagógica-irónica

– Estoy de acuerdo. Por ello,  yo hago los exámenes los viernes por la noche, después del botellón – dijo el profesor que todos llevamos dentro.- Jamás hay una sola respuesta errónea.

 

Continuación 3:  Sardónico-místico

– Por ello, dar de beber a un niño es un Acto Puro de Sinceridad. Y como sólo Dios es Acto Puro, pues todos los demás poseemos cualidades en potencia aún por desarrollar, podemos aventurar que dar de beber a un niño es un acto divino. «Di vino» vertido dentro del niño, se entiende.

 

Continuación 4: Romántica

– Por ello, compartamos esta botella y vayámonos a hacer verdades o a fingir que las hacemos.