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No tienes que fingir:

el amor no llenaba a diario.

Pero, cuando el frío nos encogía, esa cama

era el mejor escenario.

Contén tus enojos, tu hiel,

no aceptes tus rendiciones.

Confirmé que cerrar el último el bar era la más

digna de las opciones.

Partiremos con traje de gala,

cada cual su camino.

Volveremos a vernos mañana, tal vez,

si se ocupa el destino.

Miraremos, al cabo, hacia atrás

por confirmar nuestra ruta.

No hay que dejarse engañar, el pasado

cuando quiere muta.

Nuestras fotos de ayer

nos harán aparecer más bellos.

En el inerte nitrato de plata veremos

aparecer destellos.

Aquella sonrisa fugaz

tras cada despedida

antes de subirnos al último metro del día

deberá ser ceniza.

Cúbrete, que no llegue hacia ti,

que su hedor momifique en su atavío.

Si la dejas mandar, abrasará en sus afanes

tus ojos de vidrio.

Antes de arrepentirnos

confirmémonos de nuevo solos.

Si me dejo llevar, en tu hoguera de miel

como brujo me inmolo.

Dime adiós, quiero oírlo

esta vez de tu boca.

Comprobemos si aún somos fragmentos

o nos fundimos en roca.

El ayer es tenaz

y nosotros dos tristes bufones:

con lo fácil que es pronunciar un adiós y los labios

se nos descomponen.