No vivimos mucho,
pero vivimos en nuestros besos;
en los que dimos y en los ausentes.
Todos y cada uno de ellos,
los firmo aún en la derrota,
nos han traído a este momento.
16 miércoles Nov 2016
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in09 sábado Ene 2016
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Recuerdo cuando te olvidé,
grabó el instante otra saliva en mi memoria,
y fui tan consciente de mi olvido que recuerdo
cada clisé que modelé en aquel momento.
La primera despedida fue sangrienta,
desesperada y ruidosa, una declamación;
declaraba que mi amor vivía entre deudas
y yo era el usurero de unos besos no devueltos.
“Arráncame esta libra de mi pecho,
que no quiero caminar ya solo,
pues no quiero barruntar una esperanza
si soy consciente que el camino es el del dolo”.
Y ésa fue mi despedida más sincera,
fue burda e infantil, ¡fue teatrera!,
fue tan intensa que, febril, casi la creo
pero enseguida claudiqué y perdí lo honesto.
“Es normal, las cosas pasan, no hubo engaño,
ella dijo “de mi amor obtendrás daño”
y cumplió con creces su promesa
aunque en sus manos estuviese remediarlo”.
Después, pareció sanar sola la llaga
y las cicatrices que quedaron semejaban
que el tejido se restablecería de algún modo.
Pero, al llegar el frío el dolor continuaba.
“Yo te amaba en cada instante, y te amé tanto,
que estabas clavada en cada verso que escribía;
eras una espina tan afilada que hasta hería
su sombra sobre la página en blanco”.
Una tras otra, en procesión de negativos,
he revelado las letras de ese anhelo;
mírame, insustancial, vuelvo a lo andado
y me recreo entre las lascas del flagelo.
Esa saliva salvadora aún no ha secado
y ya siento avidez por otros labios.
No me quedó nada de ti salvo el pretexto
de saciar mi piel con piel, ser deseado.
Resulté desmedido, luego humilde y acabé
evocando mi olvido en tu olvido respectivo
Recuerdo la saliva del día en que te olvidé
porque en esta ausencia tuya aún te olvido.
15 lunes Dic 2014
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Porque ya no te debo una disculpa,
porque ya el tiempo con dolor curó de espanto,
porque no fluye ya de ti en mis venas sino esparto,
porque ya si digo no comprendes nunca,
porque ya no guardo lágrimas pretéritas,
porque ya arrojé a la mar los polizones,
porque no te escribo más poemas ni canciones,
porque ya no quedan por rasgar más vestimentas;
ahora es el momento y me despido.
Ahórrate los dardos, las espinas,
ahórrate el icor que contamina
los besos que algún día construimos.
Esta, que será tu última elegía,
es réquiem, a su vez, de mi poesía;
declaré una vez que eras mi vida,
la vida que ahora vivo ya no es mía.
Llámame, si crees que aciertas, necio
y oculta la vergüenza de tus días,
lo que declaraste amor, si no te fías,
son pálpitos de tu celopatía.
Pero llámame necio y, aún, acierta,
que no hay diana más grande que mi pecho,
que me obligué a seguir hilando versos
cuando ya la poesía estaba muerta.
25 miércoles Abr 2012
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inSigo buscando
en un baile de recuerdos
una boca que besara mi hasta luego.
Sólo queda en mi retina aquel motel
poesía de dos cuerpos;
saliva y fuego.
En la almohada,
a la mañana, no dejaste ni un papel
¡me sorprende no haberme dado cuenta al ver tu espalda!
Tu figura dibujada entre el quicio y el dintel
fue más que suficiente para ti:
una despedida larga.
Quizá sí, ahora que pienso,
sea mejor dejarlo ir y no tenerlo;
me he apoderado de lo mejor de tu amor.
Lo prefiero retener intacto en su esplendor
antes que en mis manos pero enfermo.
01 jueves Sep 2011
Ella exhibe entre sus gestos
un abrazo mal curado,
ciertos besos sin espinas,
parpadeos sin heraldos;
pero guarda sus caricias
y alma, para otros labios.
Quizá describo mis sueños
cuando de sus besos hablo:
esperanza de un recuerdo
realidad de un desaucio.
A gritos escribo, incoherente:
¡Ojalá nunca te he amado!
Convertida en un flagelo onírico
en una Atila para mis campos,
se echa en falta cuando no está
y, cuando se anuncia: terror y llanto.
Aunque lo cierto es que sin su ausencia
no me siento tan malvado.