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Cuarenta años y mayor de edad

25 lunes May 2015

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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Ciudadanos, democracia, Hernando Cosí, Madrid, madurez, mayoría de edad, Podemos, Poder, PP, PSOE, pueblo, UPyD, voto


Cuarenta años y mayor de edad, Hernando Cosí

Una pena lo de UPyD, que prácticamente desaparece del mapa. Más decepcionante, aún, que el PP y el PSOE sigan conservando entre ambos una mayoría del voto. El lado positivo es que, por fin, en España ha dejado de votar el miedo tras cuarenta años. Cuarenta años de votos temblorosos que ayer, 24 de Mayo de 2015, finalmente controlaron sus nervios ante las urnas. Y decidieron. España pasará a la historia como el país que sólo ha tardado cuarenta años en alcanzar la mayoría de edad democrática que, generalmente, se alcanza a los dieciocho; claro que, con una generación de jóvenes que no abandona sus padres hasta la cuarentena, poco bueno podían reflejar las elecciones.

Durante cuarenta años, en España se ha votado continuidad o miedo, y de esta forma se han repartido los escaños. Cuando se votaba continuidad, se votaba consecuentemente. En España no se votaba a la derecha, se votaba a una derecha en particular, heredera de quien-tu-sabes (porque nombrarlo invoca sombras y es privilegio exclusivo de unos pocos). Cuando votaban a la derecha no sólo se adscribían a políticas económicas liberales sino que también adquirían una serie de compromisos morales, religiosos y éticos que provenían de una época no tan lejana. Uno no votaba a la derecha, votaba a continuar en el camino establecido siguiendo unas directrices inflexibles. Y estas directrices, estos mandatos radicales de nuestra democracia, eran tan consistentes que también determinaban los caminos que podía transitar la alternativa. Cuando alguien no votaba a la derecha y quería que su voto fuera considerado, no existía otra posibilidad que votar a la única alternativa real. Tan real que era, en el sentido más literal de la palabra, alternativa. Se alternaban en el poder, unos y otros, sabedores de que cuanto ocurriera alrededor poco iba a importar. Para que siguieran siendo poco importantes los alrededores, la alternativa tampoco quería salirse de la senda. Lo más que se atrevía a hacer era pisotear un poco los lindes y desdibujar el camino. Quienes votaban a la alternativa, votaban con miedo. Querían un cambio, querían contradecir la primera ley de Newton, pero la física es inasible. No se puede romper la inercia simplemente dejándose llevar. Había miedo a equivocarse y a que se perdiera lo poco que se había conseguido. Pero ese miedo era infundado. Realmente, no se había conseguido nada.

Cuarenta años después, por fin, España se vuelve una democracia real. Miras el panorama, el skyline del voto, y no puedes tardar en percibir que hay algo completamente diferente que, quizá, comenzaba a percibirse en las pasadas elecciones. En España, por fin, se escoge una opción política. Todo votante de PODEMOS y todo votante de Ciudadanos ha escogido su voto; ha decidido exponer sus idea sin tapujos, con un verdadero ejercicio de democracia. Nos hemos hecho mayores de edad y, por fin, hemos decidido emanciparnos. Ya no deciden más por nosotros nuestros predecesores, nuestros padres, haciéndonos creer que poseían la única verdad y que su experiencia no era un grado, era el grado. Puede que nos equivoquemos y que, en este nuevo camino que emprendemos, tropecemos más de una vez. Es posible que, en un futuro no muy lejano, nos planteemos nuestros pasos y volver a considerar nuestras decisiones, pero esto no es necesariamente malo. Así se aprende, así se adquiere criterio. Y es normal que nos equivoquemos una y mil veces, al fin y al cabo, acabamos de cumplir la mayoría de edad. Esperemos que repitamos madurez en las próximas generales y que esto no sea sólo decidir el menú del cumpleaños.

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No tenemos derecho a quejarnos

07 domingo Dic 2014

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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ética, España, Hernando Cosí, México, Poder, política, protesta, queja


No tenemos derecho a quejarnos, Hernando Cosí

Sólo escribo lo que veo y oigo, así que no encontraréis fantasía. Traigo el tema de la eterna crisis de España a colación por lo siguiente.

Una mujer está embarazada y tiene programado su parto por cesárea en un hospital público mexicano. Para poder llevar a cabo esta cotidiana hazaña, este centro no cuenta con un servicio gratuito que lo respalde. Ahora os preguntaréis cómo es que se dice que el servicio es público y luego niega la gratuidad. La respuesta es terrible: no hay un banco de sangre detrás de la operación así que la persona que va a ser intervenida debe aportar tres donantes para que la operación se lleve a cabo. Y decimos que en España la Sanidad está mal. No tenemos derecho a quejarnos.

La Educación camina por los mismos derroteros. En México, un 10% de la población no puede asistir a una escuela normal presencial y las clases las imparten por vía telemática. En las regiones más remotas, las aulas carecen ce maestro y sólo tienen el apoyo de un vigilante que, con suerte, tiene completa la formación secundaria. En España hay escuelas públicas y privadas que cubren al 100% del alumnado y el problema se reduce a una reubicación de los recursos que provoca que las aulas se masifiquen, dificultando la labor de un profesional bien formado. No tenemos derecho a quejarnos.

En España, la clase política se divide en dos, por un lado los que roban y por el otro los que lo intentan. En México sólo hay de un tipo: los hampones. El poder se mantiene en un sistema corrupto sin que pueda haber una alternativa real en el poder (no la ha habido en más de setenta años). Y en España nos quejamos porque sólo hay dos partidos cuyas políticas apenas se diferencian en el maquillaje social conque las decoran. No tenemos derecho a quejarnos.

No tenemos derecho a quejarnos porque tenemos una sanidad que, aunque cada vez  con más retraso, todavía nos cubre casi todos los supuestos médicos. Tenemos una educación que, aunque fue un sistema de referencia en innovación y ahora está llena de carencias, todavía permite que todas las personas puedan aprender a leer y escribir, atendidas por personal cualificado. Tenemos una clase política que, aunque roba descaradamente y se ha afianzado en el gobierno mediante una ley electoral injusta, no diezma la población colaborando activamente con el narcotráfico (salvo excepciones).

No tenemos derecho a quejarnos porque, aunque nos abocan a un sistema neo-liberalista radical que acabará con cualquier rastro de justicia para las próximas generaciones, aún nos racionan migajas de social-democracia. No tenemos derecho a quejarnos. Tenemos la responsabilidad moral de hacerlo.

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Podemos conseguir que nos la pele a todos (todo)

17 martes Dic 2013

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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coca-cola, consumo, estupidez, Felicidad, Hernando Cosí, opresión, patetismo, pobreza, pueblo


Para quienes lo leemos con asiduidad cabía esperarlo. Otro artículo de Hernando Cosí, relacionado con Generación Paulo Coelho.

 

Podemos conseguir que nos la pele a todos (todo), Hernando Cosí

Se me puede tachar de tardón, de ordinario y de falta de corazón pero, desde luego, no de faltar a mi palabra y, como dije que haría, hoy voy a hablar del efecto eslogan. Y voy a hablar hoy porque, como cuenta el dicho popular, se me llevan los demonios. Vivimos en una generación de idiotas felicistas. Para muestra, un botón:

¿Os ha emocionado? Destila puro orgullo español, todos adalides contra las tristezas que nos han sobrevenido. Agarra de los cojones y aprieta bien fuerte, donde duele. Pero no estamos hablando sólo de un anuncio, es una tendencia general en la que estamos inmersos. Y no es algo natural; es dirigido.

Tomo como referencia un libro: “un mundo feliz”. Es una novela que no, pero que sí. Que no porque carece de fuerza artística; que sí porque, en perspectiva, hace una correcta lectura de muchas circunstancias que ahora mismo nos engullen. Frente a “1984” (una novela que sí, pero que no), nos sitúa frente a una sociedad estática y estratificada en la que los individuos no se sienten oprimidos, son felices, con la simple ayuda de la “soma”, una droga que limpia la conciencia de preocupaciones dando como resultado una manada de corderos amansados.

Sólo se equivocó en la forma en que se administraría la droga. En su texto, proponía una droga química patrocinada por el gobierno; no pudo prever que, de facto, el gobierno careciera de poder ni que lo sintético fuera superado por lo psicológico (en este aspecto, le gana la mano la novela de Orwell).

Partimos de una serie de perogrulladas:

-el dinero es la verdadera fuente de poder.

-existen multinacionales que mueven fortunas superiores al PIB de muchos estados.

-las multinacionales se exhiben ante los consumidores a través de los medios de comunicación.

-el pueblo siente que sus gustos le identifican y configuran (“Yo soy de Macinthos, ¿tú eres de Window?”; Yo soy de Lacoste, ¿tú eres de Polo?).

Y, así, nos encontramos con que a través del mundo de la publicidad se inmiscuyen en nuestras vidas de continuo y, al cabo, cobran sus víctimas. Puede, incluso, que no estemos hablando de una identificación consciente, sino de algo más peligroso: adoptar el estilo de vida que es promulgado sin atender a la realidad que nos rodea.

Y aquí, retomo el anuncio (igual que podría retomar otros como los de Coca-Cola) para hablar de la anestesia social de los eslóganes felicistas. La cuestión no es si podemos optar a ser felices bajo cualquier circunstancia vital, que es aceptable, sino si este optar por la felicidad es una práctica voluntaria o inducida. La presión que ejerce la empresa sobre el ciudadano a través de los medios es una forma de perpetuarse en el poder, de mantener controlado al pueblo que compra los productos, de adiestrarnos para obviar el mal que ocurre y centrarnos en los detalles que nada pueden aportarnos para realizarnos como personas.

Sucede que me cansa escuchar a la gente resignada a sufrir injusticias, quejicosa pero estoica; hierática ante lo que las empresas finalmente ejercen sobre ella (al fin, éstas son quienes financian los partidos que ellos votan y no sólo, pues también hacen controles más directos), mientras que son incapaces de salir a la calle para pelear por un momento por sus derechos.

En estas circunstancias, cientos de ciudadanos del mundo (un poco más oprimidos, un poco más pobres, un poco más indefensos) bombean a las redes sociales (ejemplo paradigmático) mensajes de servilismo existencial: hay que ser felices a pesar de todo; sonríe aunque todo se haga cuesta arriba…

Y al final, lo que cuenta es que no importa lo frustradas que estén las expectativas de esas personas. Los fragmentitos de aceptación que se venden cada día van calando en el espíritu y se convierten en una forma positiva de ver una vida que nos están desgraciando. Y aceptarla. Pero ya se sabe: gente contenta, gente en venta.

Por cierto: ¡Yo soy ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL!…y sucesivos.

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Generación Paulo Coelho

17 lunes Jun 2013

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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aforismo, cadenas de email, coca-cola, crisis, eslogan, facebook, Felicidad, filosofía, generación, Hernando Cosí, límite, lema, microrrelato, Paulo Coelho, pensamiento, sonrisas


Generación Paulo Coelho, Hernando Cosí

Antes de comenzar a escribir este artículo me retracto y pido disculpas, sobre todo en lo que respecta al título. Porque la generación de la que hablo, además, ni siquiera es la suya sino la mía y quizá le ajustaran más otras consignas como “generación de la filosofía coca-cola” o del eslogan vacío.

No obstante, creo que la elección es acertada en tanto que facilita la comprensión del contenido del ensayo y, más allá, porque me gusta cómo suena (y quienes me hayan oído sabrán que me gusta mucho).

Vivimos una época en que todo el mundo lee y, sin embargo, encontramos incultura en todas partes. Y es que leer no sirve de nada si lo que se lee no ayuda a reflexionar (o, al menos, a corregir la ortografía). La gente lee en internet y, entre otras noticias, la siguiente:

“Leemos, como mucho, textos de seiscientas palabras. Después perdemos la concentración”. Seiscientas. ¡Seiscientas! Eso es una página de Word. Más precisamente, una página de Word a espacio 1,15 en Times New Roman de tamaño 11. En una página de Word, una persona debe ser capaz de razonar y alcanzar conclusiones lógicas y meditadas sobre por qué Cristiano está triste o por qué hemos entrado en una crisis financiera con grandes paralelismos con la de la Gran Depresión de 1929 y que podemos hacer nosotros para no hundirnos con todo el equipo y reflexionar sobre si es una buena oportunidad para dar un enfoque ético y ecológico a la política económica. Por poner un par de ejemplos al azar.

Parece obvio que no hay cabida para un pensamiento sosegado y profundo; como mucho para bombardear con datos y cruzar los dedos para que el lector que acceda al texto tenga capacidad suficiente para hilar él solo los argumentos. Y, en este mundo acelerado, aparecen dos rasgos sintomáticos: los aforismos y los microrrelatos.

No tengo nada en contra de ambos formatos, no en particular contra ninguno. Dicen, respectivamente, una amiga y un amigo (las citas no son literales):

-“el aforismo puede hacerte crecer por dentro cuando lo dotas de sentido”.

-“el microrrelato insinúa más que afirma y hace que el lector cree su propia historia”.

Preciosas afirmaciones, pero creo que ingenuas. Porque son ciertas en un determinado contexto: cuando caen en manos de gente cultivada que tiene la capacidad de extraer del texto su información y unirla con el bagaje personal, enriqueciéndola. Pero en cualquier otra mano sólo puede despertar pensamientos vagos y anodinos.

Una generación acostumbrada a textos burdos de seiscientas palabras será incapaz de aprovechar en lo más nimio lo que un buen aforismo o un microrrelato de calidad sea capaz de aportar.

Y aquí es donde el autor superficial cobra su sentido. La literatura de entretenimiento tiene un papel: entretener (y no formar intelectualmente). Y es un papel digno siempre y cuando no intente traspasar sus propias fronteras. Pero que en una generación hayan calado lemas superficiales como filosofía de vida (no hay más que rastrear las largas cadenas de emails o los muros del facebook, incluido el mío) nos habla del nivel intelectivo de la, probablemente, generación más leída de la historia.

Ya en otro momento me detendré a hablar de “sobre qué” versan estos lemas y su importancia como abortivos de ideas (o, quizá, análogamente, como “píldoras del día después” del pensamiento). Contra la crisis: vida interior, felicidad y sonrisas.

Y ya no me queda espacio para mucho más.

Quinientas ochenta y cuatro palabras. Por si acaso.

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Procesador de tercer nivel (y de cuarto)

15 viernes Jun 2012

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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elaborador, Hernando Cosí, hombre, procesador, promoción, publicidad, utilidad


Procesador de tercer nivel (y de cuarto), Hernando Cosí

Las muñecas finas, incapaces de levantar un gran peso. Da igual, tampoco podría sujetarlo sin partirse las uñas, quebradizas y delicadas. Tan preocupada por su estética que no se percata de que esos tacones ponen en grave peligro la integridad de los ligamentos de sus delgados tobillos. ¡Serían peligrosos, incluso, para unas piernas macizas!

Suéltala al campo, ¡suéltala!, y no durará un instante antes de que la devoren las ratas, no hará falta ni la presencia del lobo ni la llegada del invierno.

Pero detente, espera un instante… ¿Qué es esto? A su alrededor todo es homogéneo: pulseras titilantes en brazos como palos, sin más músculo que el generado por los dejes de la mano… Todas tan perfectamente adaptadas que aterra.

Adaptadas, sí, ¿pero a qué? Son procesadores de tercer nivel.

Considerando las necesidades de la alimentación, el vestido, el calzado, como primordiales para la supervivencia del hombre, podemos considerar que los cazadores, ganaderos, agricultores o los matarifes…serían los primeros procesadores de los producos. Hace mil generaciones, éstos eran quienes se encrgaban de conseguirnos las materias primas que intercambiaban por otras y, de esta manera, conseguían cubrir sus necesidades y las de los demás.

Pero las eras cambiaron, y el tiempo que perdían en el intercambio de productos lo comenzaron a utilizar en aumentar su productividad cuando aparecieron los segundos elaboradores. Estos se encargaban de comprar el producto a los primeros procesadores y transportarlo y venderlo a los demás.

Esto debió comenzar con la aparición del dinero, cuando salía rentable cargar con cien monedas en lugar de llevar un centenar de conejos. En esta categoría entrarían curtidores, carniceros, tenderos en general,… Todos aquellos que trabajan directamente con la materia de nuestras necesidades, pero que no se encargan de conseduirla. Los procesadores de segundo nivel ya aparecen debilitados frente a sus contrapartes de primer nivel, aunque aún deben ser capaces de movilizar productos y materias. También debían ser capaces de reconocer la calidad, pues su medio de vida dependía de la cantidad de materia que fueran capaces de vender.

La necesidad del reconocimiento de la calidad deja de tener sentido con la aparición del tercer nivel de procesamiento: los promotores y los publicistas.

El trabajo de este tipo de procesaores consiste en conseguir inducir la compra de un producto sin que exista una interacción con éste. Su misión: tratar de vender una imagen, que puede ser real o no, de la materia en cuestión a través de una proyección de su propia imagen de promotor. La calidad del producto, por lo tanto, deja de terner importancia, pues ésta es una imagen creada por el procesador. El promotor carece de habilidad y de fuerza para trabajar con la materia, pero resulta poco agresivo para el consumidor e, incluso, agradable desde la perspectiva del pedomorfismo, ojos proporcionalmente grandes y físicamente débiles.

Estos seres que solicitan protección, encandilan y encasquetan materias que, quizá no sean de calidad suficiente, porque el producto o elaorador primario no se preocupa de la calidad una vez obtenido el producto, el elaborador de segundo nivel ya no tienen necesidad de  preocuparse por ella porque tiene a los procesadores de tercer nivel cuya misión es vender el producto, importando poco la calidad.

Todavía existe una posible evolución (o, quizá, ya los haya) hacia un procesador de cuarto nivel, que no necesita vender ningún producto para obtener beneficios. Quizá, en lugar de tratar de engañarte con las propiedades de la materia ofrece inmaterialidades. No tendrá que preocuparse siquiera por proyectar una imagen adecuada, porque sus productos no podrán ser identificados ni figurados y, quizá, pueda incluso permitirse amenazar y presentar una figura agresiva y peligrosa, sin otro poder real que el de ladrar más o menos fuerte y el de achuchar al rebaño. Sin otro poder real que el que le quiera conferir el comprador.

Conforme aumentamos en la escala de procesadores, nos vamos alejando de la idea original del hombre y nos vamos dirigiendo hacia un ser irreal, irresponsable y, oficialmente, inútil en la interacción con los elementos. Y, por desgracia, hacia un ser más valorado por la sociedad.

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De la Ética y la Política

29 martes May 2012

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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ética, gobierno, Hernando Cosí, hombre, política, virtud


De la Ética y la Política, Hernando Cosí

 

Los hombres necesitan de un gobierno, si no fuera así no se habrían dejado convencer desde tiempos inmemoriales de que habían de vivir bajo normas comunes, impuestas o decididas en acuerdo; y el gobierno necesita estar compuesto por hombres, pues no existe nadie capaz de gobernar a alguien si no lo conoce y ningún animal conoce mejor al hombre que el hombre.

Y, hasta aquí, llegan las coincidencias, los puntos en los que la gran mayoría debe estar de acuerdo. Más allá, todos tenemos nuestro punto de vista que creemos más adecuado para el sistema, para la tendencia que se ha de seguir dentro del mismo y para la forma de intervención que debe tener, si debe, el pueblo en su propio gobierno.

Obviando las divergencias, como el gobierno está compuesto por personas, podemos pensar que aquéllas tienen sus vicios y sus virtudes y cuanto más virtuosos sean tanto más adecuadamente llevarán a cabo su labor.

No obstante, no todas las virtudes, salvo las absolutas, tienen el mismo valor dependiendo de las circunstancias. Así, en un concurso de belleza no valdrá lo mismo ser bello que ser inteligente, aunque de ambas podrá extraerse algún valor y ventaja. De la misma manera, el gobernante debe poseer las virtudes propias para el liderazgo y la planificación estratégica. Y, aún así, dentro de los gobernantes capaces, con suficiente liderazgo y capacidad de planificación, pueden comprenderse dos enfoques: el político y el ético, o lo que es lo mismo: el buen gobernante y el gobernante bueno.

El buen gobernante es un estadista estadístico, que busca en los resultados unos números que se adecúen a sus objetivos; por ejemplo: un alto poder adquisitivo medio, alta productividad…; en el pleno convencimiento de que, con las circunstancias adecuadas, los paisanos serán capaces de desarrollarse plenamente. Sin embargo, el individuo en sí mismo no le importa, pues favoreciéndole su entorno, la responsabilidad de su felicidad recae sobre sus hombros.

Y, si las circunstancias son repartidas homogéneamente por el país, debería ser así, pero esto no siempre sucede.

En resumen, el buen gobernante está centrado en el adecuado desarrollo de la nación, lo que repercute en el bienestar del ciudadano medio, pero individuo en sí no le resulta importante.

Por el contrario, el gobernante bueno tiene su punto de mira centrado sobre el individuo. El principal de sus objetivos es la sociedad, y no el país, y busca, entre sus principales intereses, la felicidad del pueblo.

Tienen en cuenta en sus decisiones las circunstancias que rodean al individuo antes que las implicaciones que tendrán sobre el desarrollo del país. Sin embargo, el gobernante bueno es consciente de que todos sus logros sólo tienen sentido dentro de un país equilibrado y debe realizar el esfuerzo de mantener las estructuras internas de éste suficientemente saneadas como para que el individuo no pierda sus oportunidades de ser feliz.

Es, por lo tanto, más complicado ser un gobernante bueno que un buen gobernante y la justificación de su trabajo resulta más complicada porque las estadísticas lo apoyan en menor medida y, además, ambos casos pueden considerarse adecuados para el correcto desarrollo de una nación y no son, en absoluto, criticables.

El problema de un país reside cuando su sociedad alterna entre ambos y ninguno, es decir, entre un mal buen gobernante y un mal gobernante bueno.

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Ciencia y perspectiva

13 martes Dic 2011

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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ética, Ciencia, ensayo, Hernando Cosí, justicia, Místicos, Perspectiva, Verdad


Y que conste que lo ha escrito Hernando:

Ciencia y Perspectiva                                    Madrid, domingo 11 de Diciembre de 2011

Hernando Cosí

En el siglo XII, los místicos poseían la verdad irrebatible. De cualquier discusión, por poderosos que fueran tus argumentos, podías salir escaldado si no atendías a sus razones. De hecho, tal era su fuerza que, en sus últimos coleteos, crearon tribunales que juzgaban a aquellos que no se atenían a su forma de pensar. El peso de estos juicios perduró, incluso, más allá de la influencia del propio misticismo, en forma de Inquisición y, aún, hasta nuestros días, como demuestra el papado. Pero ésta no es la cuestión. Al realizar esta introducción pretendía mostrar lo importante que es comprender que, en otras épocas, el pensamiento más válido no era el objetivo, el científico, sino que podían coexistir los pensamientos más empíricos con otros más racionalistas y, aún así, preponderar aquellos que no se basaban en los sentidos.

Sin embargo, la perspectiva de que el conocimiento no se reduce tan solo a lo que es comprobable y falseable, sino que abarca un campo mucho mayor que va desde lo que sentimos a lo que creemos, de nuestra cabeza a nuestro corazón pasando por nuestro estómago, parece haberse perdido. Valoramos sólo lo palpable, lo tangible, y eso ha hecho que los valores humanitarios hayan ido perdiendo peso.

Tan sólo hay que pregunta a los padres sobre los estudios que desearían que cursasen sus hijos. Unos, desde una perspectiva pragmática, y otros desde la más absoluta convicción de superioridad, elegirán mayoritariamente una carrera de índole científica, técnica o una mezcla de ambas; otro amplio margen optará por una relacionada con el ámbito económico que, aunque no atañe directamente a lo que se está exponiendo sí da una idea de lo esperable. Los menos (si es que los hay) se decidirían por una carrera de humanidades, y, generalmente, más por razones de herencia intelectual que por convicción.

Indicativo es, por lo tanto, de una forma de ver la vida en la que lo importante son los hechos en sí y no el individuo que los percibe, comprende, asimila y vive. Lo triste de esto, además de la deshumanización de las personas, es que aunque en sí no es negativo, se ha perdido la consciencia sobre que los hechos siquiera son ajenos al intérprete y, por lo tanto, se está aspirando radicalmente a una utopía.

Mientras nos vamos extremando en esta posición, se pierden valores fundamentales y no somos conscientes de que la inercia normal nos indica que habrá, tan pronto como toquemos techo, una regresión a un humanismo exacerbado que de el contrapunto al cientifismo fanático.

Como amante de la objetividad moderada (era en origen un científico más), temo este momento; no por la recuperación de la persona como ente, si no por la pérdida de algunas calidades que sólo pueden percibirse desde este campo.

Así que propongo ¿qué tal si damos un paso hacia atrás y recuperamos la consideración y el respeto hacia nuestros hermanos, y no rivales, de conocimiento?

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Prometedoras derrotas

06 sábado Nov 2010

Posted by Khajine in Hernando Cosí Y Edgardo Rojas

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derrota, Hernando Cosí, hombre, mujer, pensador, periodista, Perspectiva


Muchos se habían quejado de mi sequía productora que ha ocupado mis dos últimos años, descontando algún momento tormentoso de granizo incontrolado. Es verdad que esta crisis del ambiente (del escriba, del escribidor, del escritor…) me ha afectado, pero tampoco se han atendido las circunstancias que la han rodeado. Mis fuentes de inspiración (más allá de las clásicas melancolías o exhuberancias) han ido eliminándose o desapareciendo.

Primero, «el País» eliminó a sus mejores pensadores Bill Watterson y Jerry Scott en un gesto terrible, que a mi parecer no fue valorado en la medida necesaria. Al acabar con «Mi País», «el Pequeño País»…o como quiera que se llamara en sus últimas ediciones, acabó con la ilusión de los niños, que dejaron de esperar el periódico con entusiasmo, deseosos de empaparse en su lectura.

Posteriormente, aunque de esto en parte no tiene la culpa el periódico, sus columnista fueron muriendo poco a poco. No literalmente, pero dejaron de aportar lo que antes hacían. Juan Cueto dejó de escribir para el país semanal y fue sustituido por un chiste sin gracia ni interés. Javier Marías dio otro pequeño paso más en su extremismo y cayó por el precipicio del vacío del absurdo. Quizá lo hubiera dado antes (muy probablemente), pero aún era un aportador digno de ideas en temas que yo desconocía. Sin embargo, cuando le vi escribir sobre la tauromaquia y cayó en todos los lugares comunes del defensor del «arte» me vi en la obligación de hacer huelga de por vida. No tanto porque posea una opinión contraria (antes la teníamos en otros muchos temas) si no porque me di cuenta de que lo que antes consideraba que eran razonamientos suyos en otros muchos casos podían haber sido igualmente ideas idiotas robadas a idiotas. Y si hay algo peor que un idiota es el que le copia. Y en este punto acabé con mi último anclaje con los escritores que creía merecían la pena, pues a las dos semanas, Javier Cercas copió palabra por palabra (metafóricamente hablando, por supuesto) el artículo de Marías. Y me dolió más esta pérdida que las anteriores.

El resto de articulistas (muchos de ellos muy buenos, pero secundarios desde mi punto de lectura) no fueron suficientes y abandoné definitivamente esa lectura.

Y, cuando creí que no podía llegar más bajo en mi caída, Hernando Cosí decidió tomarse un par de años sabáticos, en los que perdí cualquier inspiración que me había aportado hasta el momento. Pero nos mantuvimos en contacto vía correo electrónico e imaginaos mi sorpresa al recibir el otro día un enlace de su último artículo.

Así pues, sin más preámbulo, os lo dejo aquí colgado. Un abrazo, Hernando, de tu amigo:

Otra Forma de Pensar, Hernando Cosí                                 Revista dominical “el Diario”

Madrid, a 4 de Noviembre de 2010

Prometedoras derrotas

Preveo prometedoras derrotas en el horizonte. Palabras necias (las mías) acalladas por otras más elocuentes. Preveo silencios y asentimientos por mi parte, comprensión y arrepentimiento de y de las ideas. Preveo justicia, pero también miedo. Preveo un cambio absoluto en mi forma de ser.

¿A qué viene tanta palabrería barata?, os preguntaréis si habéis soportado el primer párrafo. No esperaréis para saberlo, la noticia es la siguiente: desde hoy he decidido adoptar una postura femenina en mis discusiones. ¿En qué puede modificar eso mi comportamiento? ¿Acaso son diferentes los hombres y las mujeres a la hora de un enfrentamiento dialéctico? Mucho es la respuesta a la primera pregunta; y sí, pero también en otras muchas cosas, sería la segunda contestación.

Cuando un hombre discute sus ideas lo hace desde una perspectiva inamovible. Él posee la razón y será capaz de llevar sus argumentos más allá de la lógica con tal de defender su idea principal (he conocido hasta tortillas que se hacen sin huevos). Una discusión (intercambio dialéctico de ideas diferentes) entre dos hombres sólo puede desembocar en una discusión (enfrentamiento verbal) excepto si las posturas son, desde el principio, muy cercanas (la discusión como refuerzo de la verdad que ya se conoce). En todos los casos, la idea defendida permanece estable, poco importa que los argumentos hayan ido modificándose conforme avanzaba la discusión (generalmente, al paso del más avezado). Puede que, a posteriori, se acepten las premisas del otro y después se defiendan en otra discusión pero, en el momento de la discusión original, lo más probable es que el hombre procurara no dar su brazo a torcer (¿quizá por debilidad o sometimiento?).

Sin embargo, y en esto admiro a las mujeres irremisiblemente, he visto a prácticamente la totalidad femenina reconocer una derrota cuando los argumentos del rival superaban ampliamente los suyos. En todo caso, las más incrédulas, darán un sí con dudas si no han sido completamente convencidas. Así, aceptan que carecen de razón con más frecuencia (¿apariencia de volubilidad?) pero al mismo tiempo mantienen una postura más digna, sin inútiles pataleos de ahorcado.

De esta diferencia proviene que muchas mujeres sigan aprendiendo casi toda su vida, aunque también que más hombres alcancen cotas de poder mayores al haberse ido imponiendo por el camino.

Para los que no aspiramos al escalafón más alto, la postura más aceptable, realista y digna, en este tema, es la femenina, y lo defenderé con todos los argumentos que sean necesarios hasta el final, le pese a quien le pese…

Parece que he perdido la perspectiva…

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