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Biología, Ciencia, científico, darwinismo, falsabilidad, falsacionismo, filosofía, inercia, narrativa, paradigma, selección Natural
Si quisiéramos proponer una definición de ciencia como disciplina basada en la observación y el razonamiento, la descripción más precisa que me viene a la mente es que la Ciencia es el método cuyo fin es resolver problemas. El método es una premisa inapelable, si no hay método, no hay ciencia en este sentido. Podemos explicar un hecho ya sucedido y, con él, cuestionarnos por qué aconteció y contrastarlo. Pero la explicación de lo sucedido no es ciencia. Podemos realizar una prospección en un terreno desconocido para alimentar nuestra intuición y, posteriormente, realizar una presunción que corroborar. Pero esa prospección no es ciencia. Podemos mezclar reactivos en un laboratorio y sorprendernos de las consecuencias, pero tampoco es ciencia. En todos estos ejemplos, para poder alcanzar un estatus de ciencia necesitamos una pregunta que pueda ser respondida cuando tratemos de repetir lo explicado. Lo acontecido nos da una idea de qué es lo interesante y, junto con la prospección, nos ha dado una pregunta que contestar y las variables que debemos valorar. La pregunta debemos responderla a través de la experimentación, en el sentido más amplio que queramos aportarle a esta palabra. Pero en todo esto, la clave reside en que la pregunta pueda ser falsable, es decir, que aceptemos que la hipótesis puede ser rechazada de acuerdo con nuestras observaciones. Cualquier otro tipo de ciencia nos remitiría a la concepción griega de ciencia ametódica, de acumulación de conocimientos transmisibles pero no cuestionables desde un punto de vista empírico.
Este tipo de ciencia a la que nos referimos es la representante más clara del empirismo actual, es la forma más aceptada de conocimiento y la única que tiene el respaldo prácticamente absoluto de la comunidad científica y de gran parte del resto de la sociedad. No obstante, como sistema humano, tiene una serie de limitaciones. De la propia definición podemos derivar el primer problema, que la ciencia no pretende establecer nuevo conocimiento sino dar una solución a una pregunta, la hipótesis. No puede generar un conocimiento nuevo, sino que construye sobre los conceptos que previamente poseemos para dar una respuesta. Difícilmente obtendremos una revolución en nuestra comprensión a través de negar enunciados aislados y la acumulación de pequeñas hipótesis probables sólo nos sirve de premisas débiles de las que obtener conclusiones que sirven de premisas, a su vez, de otras conclusiones cada vez más endebles. Pero no es éste el problema más grave de la Ciencia, pues con sólo aceptar esta limitación dejaría de serlo, aunque a cambio perdiera cierto valor epistémico. Sigue leyendo